“LAS PALABRAS DEL SABIO… SON OÍDAS…”(Eclesiastés 9:17
Es una equivocación no preguntarte a ti mismo: ‘¿Qué errores cometo?’ Un líder escribe: “Apenas prestaba atención a lo que podía ir mal. Daba por hecho de que seguir el “camino correcto” significaba no cometer errores. No reconocía los errores que hacía que me perjudicaban a mí mismo o a los demás y por lo tanto, no aprendía de ellos. Para ser mejor líder, no tendría que haber cometido el error de no preguntarme si me estaba equivocando en algo.” No se trata de ver cuántas veces te equivocas, sino de cometer los mismos errores una y otra vez. Si quieres sacar provecho de éstos, deberás:
1) Reconocerlos. ¿Por qué no lo hacemos? Por orgullo: Tenemos una imagen que cuidar. Por inseguridad: nuestra valía personal está basada en nuestros logros. Por obstinación: Preferimos seguir espoleando a un caballo muerto a enterrarlo y comprar uno nuevo. Te voy a revelar un secreto: ¡La gente ya conoce tus errores! Cuando los reconoces, no estarán sorprendidos, sino aliviados. Dirán: ¡Por fin se da cuenta! ¡Ya no tenemos que fingir!
2) Aceptarlos como el precio del progreso. Aprende a considerar los fracasos como parte normal e inevitable del éxito. Nada es perfecto en la vida –ni tampoco tú mismo. Por lo tanto, acostúmbrate.
3) Proponerte aprender de ellos. Si tratas de evitar los fallos a toda costa, nunca aprenderás, y acabarás repitiendo los mismos errores una y otra vez. Los que estén dispuestos a aprender de sus fallos no tendrán que repetirlos. El escritor William Saroyan observaba: “No aprendemos demasiado de los éxitos. Así que aprendamos de la ciencia, y en la ciencia, los errores siempre preceden al descubrimiento de la verdad.”
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