No es lo mismo ser competitivo, que parecerlo. Nos dicen los
sociólogos que vivimos en la sociedad de la apariencia, donde no importa lo que
uno es, sino lo que “aparenta ser”.
El inconsciente colectivo de un país, de una región, de una
provincia, traspasa todo tipo de estructuras organizativas. Un país con una
cultura excesivamente burocrática, poco emprendedora, y tendente a la pasividad
creativa, impregna, lamentablemente la cultura corporativa de cualquier tipo de
organización.
Como estrategia inicial, aparentar, es rentable; el problema
surge cuando hay que demostrar la calidad de los productos, la excelencia de
los servicios, la realidad tangible y palpable.
A muchos directivos, les gustaría permanecer en una burbuja
acogedora, donde la vida pasa sin sobresaltos; donde la continuidad de la
gestión empresarial, es el referente para la estrategia gerencial; donde la
“cultura de la acomodación”, impregne hasta el último rincón del INCONSCIENTE
CORPORATIVO.
Para ser competitivas y poder afrontar sin prejuicios, ni
temores, los cambios que se avecinan a todos los niveles: económicos, de los
mercados, sociales; las empresas deben estar dirigidas por excelentes equipos
directivos.
Un estilo de dirección gerencial, cuya misión es la excelencia,
en todos los sectores de la organización, utiliza como herramientas
estratégicas: la coherencia y la transparencia; generando una cultura de
compromiso laboral.
Nada mejor, para comprometer a todos los miembros de la empresa,
como el ejemplo diario del equipo directivo; predicar con el ejemplo genera una
auténtica CREDIBILIDAD, a los planteamientos de visión y misión gerencial.
La organización informal de las empresas, es una enorme fuente
de información objetiva sobre el INCONSCIENTE COMPETITIVO. Como bien sabemos,
la cultura de cada empresa es única, un mundo de relaciones interpersonales,
que cohabitan un espacio corporativo al que solemos llamar “vida laboral”.
Las nuevas técnicas y métodos para mejorar la organización del
trabajo, y con ello, la productividad y el rendimiento de las empresas,
profundizan en el sutil entramado de las relaciones humanas en la empresa. La
dirección de la empresa, con el apoyo del departamento de personal, debe crear
continuamente unas relaciones humanas saludables; con intencionalidad y un
egoísmo (saludable) de generar compromiso sincero con los objetivos de la
organización.
Es preocupante, que en muchas empresas, habite un conformismo
gerencial, generador de una cultura y un inconsciente corporativo acomodado.
Una realidad aplicable a todos campos del desarrollo humano
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